23 de Noviembre 2003

ELLA

Ella es una puta deprimente, decrépita y decadente. Una mujer a la que se le escapó el tren de su oportunidad. De su vida. Una mujer, que ha tenido una vida tan dura, miserable y difícil, que no hace falta que la cuente; las arrugas, su piel, sus manos castigadas y sus ojos tristes, ya la cuentan por ella. Lleva peluca rubia ceniza de rulos peinados, que ya no brilla por el polvo que ha ido acumulando a lo largo de los años; unos pendientes dorados con una piedra ovalada de color azul, que es tan pesada, que hace que los lóbulos de sus orejas cuelguen, haciendo así, que los mismos se hagan tan finos como el papel, y que cuando ella se gire, no solo el pendiente, sino el conjunto entero de piel y metal vayan de un lado a otro. Lleva gafas de Sol bajo la luz artificial del Metro, pero en el momento que se quita las gafas (esta sudando), salen a escena sus ojos pequeños y arrugados, con sombra de ojos verde chillón y la raya del ojo por fuera, estilo “Cleopatra”, un rímel que le apelotona las pestañas, y las cejas que las tiene pintadas de marrón oscuro, porque ya no tiene pelo en ellas. Los labios los pinta de naranja, pero por fuera del labio para que parezcan más gruesos de lo que son o para intentar disimular las arrugas que tiene alrededor del morro, sin duda de fumar. Lleva tanto maquillaje en la cara, que es obvio el cambio de color al llegar al cuello. De marrón mierda, a amarillo enfermizo. Se me antoja que su cara es en verdad una careta, como si de una parodia se tratara. Caigo en la cuenta que si lo es, de sí misma. La viste un traje de chaqueta y falda gris, de hace por lo menos 10 años, que se le quedó pequeño y no puede abrocharse la chaqueta, que se da de patadas con el pañuelo estampado en colores naranja, verde y dorado. Debajo lleva una camisa blanca con manchas de maquillaje en el cuello. Las piernas las tiene hinchadas con varices y señales. Piernas que necesitan reposo y no precisamente el tacón que lleva en los zapatos, que a su vez, estos son tan estrechos, que se le marca la forma de los pies y de los dedos y sus callosidades. Lleva encima, un abrigo de pieles sintéticas (lo cual agradezco), desgastado por el tiempo, y un bolso de mano con brillantes. Luce sus mejores alhajas en sus manos arrugadas a las 9:30h de la mañana.
Parece un personaje de algún cómico de la tele, que imitan a la gente siempre con exageración. Pero es que ella no es una exageración de nadie. Ella es ella.
Y ahí se pone, en una de las paredes del vagón dándole la cara al Mundo. Y ahí esta el Mundo, que empieza a mirarla a través de los cristales del vagón, a modo de espejo, para que no se note tanto. También está el que la mira y cuando ella cruza la mirada con él, este la aparta, haciéndose el despistado. Luego están esas niñas tontas que cada día se levantan 3h antes para arreglarse, como si fueran a comer con el Rey, y que cuando ven algo o alguien diferente, se ríen, pero eso sí, siempre de espaldas. Poco cerebro, pocos ovarios. Y ahí esta ella, expuesta a la crítica, a la burla y a la risa ajena, haciendo sentir mejor a los que la rodean. Pero ella no cobra dinero por ese ridículo que la gente encuentra tan divertido, cobra dinero de esos hombres que se la follan por todos los agujeros posibles, ya que en su casa no pueden hacerlo. Y ella es una mujer mayor que ya, a esas horas de su vida, debería estar en su casa descansando de la mierda de vida que le ha tocado vivir, por que si no hubiese sido una mierda, no se vería obligada a verse en esa situación.
Y todavía, la gente que forma esta repugnante sociedad, se cree con derecho a reírse de ella.
Ella es una puta deprimente, decrépita y decadente. Y mañana lo seguirá siendo.


10/05/2001

Posteado por Jane DiFranco | 23 de Noviembre 2003 a las 10:24 PM
Comentarios

Felicidades al autor. Tuve el gusto de leer esta novela que me gusto muchisimo, "me rayo"

Posteado por: Aaron on 22 de Enero 2004 a las 01:15 PM
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